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¡No se quede sin voz! Conozca cómo prevenir la disfonía

Muchas veces, en alguna situación de nuestra vida, nos hemos quedado disfónicos (o como comúnmente se dice: afónicos). Vamos al estadio, gritamos y ya no podemos hablar; o después de una gripe, nos hemos visto afectados e incluso hemos perdido completamente la voz.

La disfonía es una alteración en la intensidad o tono de la voz, debido a trastornos en las cuerdas vocales. Profesores, gente que da discursos, cantantes y más, pueden quedarse disfónicos por mucho tiempo o inclusive años.

Cuando una persona se queda disfónica generalmente tarda hasta dos meses en recuperar la voz, dependiendo de si este cuadro se ha debido a una infección viral o bacteriana; si es luego de un episodio gripal, puede afectar a la región de la laringe, llegar a las vías aéreas superiores y posteriormente a las cuerdas vocales.

Si la disfonía persiste más de dos o tres meses, se recomienda acudir al médico para investigar qué es lo que está causando este mal. Si este aparece de la nada, hay que evaluar el antecedente; es decir, si es docente, cantante, una persona que habla mucho. Cuando se dan gritos fuertes o abruptos, la cuerda vocal se puede hinchar, puede sangrar y se forma un hematoma o hasta un pólipo.

Cuando la cuerda vocal presenta un quiste, un edema o un pólipo, esta ya no tiene el mismo tono ni intensidad, porque algo está obstruyendo su funcionamiento que es el de vibrar como una cuerda de guitarra, y si hay algo colgando de las cuerdas vocales la fuerza e intensidad de la voz baja. En algunos casos, el tratamiento que se aplica es la foniatría, ejercicios vocales para conseguir una buena mecánica respiratoria. En determinadas condiciones, la solución es quirúrgica.

Las cuerdas vocales tienen puntitos blancos llamados nódulos, que generalmente se forman cuando las personas utilizan mal la voz, es decir, que empiezan a gritar, a hablar bajito o usan un tono que no va a acorde con ellos. Por eso una persona disfónica debe hablar de manera normal, no bajando la voz, porque eso produce que las cuerdas vocales se esfuercen más y se terminen lastimando. Tampoco se debe tratar de gritar para que le escuchen.

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¿Descarga su tensión en el colon?

Muchas personas hablan del colon irritable, pero una cosa es hablar y otra es tenerlo y sentirlo. Si ha tenido gases, diarrea o estreñimiento, y dolor tipo cólico, tenga cuidado; estos son algunos de los síntomas de esta enfermedad.

La función del colon (ubicado en el intestino grueso) es absorber agua y expulsar el bolo fecal. Cuando esta parte del aparato digestivo se irrita constantemente, se habla de una enfermedad funcional. Es decir, aunque aparentemente todo esté bien porque no presenta tumores, úlceras ni cicatrices, su funcionamiento no es el adecuado.

Normalmente, el intestino se contrae y expulsa materia fecal, con movimientos rítmicos, en respuesta a las órdenes del cerebro y del sistema nervioso. Cuando existe un colon irritable, estas expulsiones se alteran y los movimientos del intestino cambian: se detienen, retroceden, cambian de frecuencia; es como que hiciera cortocircuito.

Los pacientes con colon irritable presentan episodios de diarrea, estreñimiento, gases, dolor abdominal, distensión o hinchazón y disminución de peso. Generalmente, esto empieza después que la persona come y luego mejora cuando va a evacuar.

El estrés siempre está relacionado con las molestias del colon irritable, dado que la tensión, la ansiedad y la angustia se descargan en esta parte del aparato digestivo. Esto se presenta con más frecuencia en mujeres jóvenes. Y puede afectar al intestino a largo plazo.

Un paciente con este diagnóstico tiene mayor sensibilidad a la distensión, por los gases propios del intestino grueso, que en personas sin colon irritable no lo sienten. El gas proviene de bacterias y de lo que estas comen, es por eso que los síntomas se presentan después de comer. Vegetales como el brócoli, la coliflor y las vainitas agravan más el cuadro de colon irritable; así mismo, el pan y las harinas blancas. Los alimentos que más se sugieren comer son las proteínas y las frutas. Se recomienda la ingesta de dos comidas diarias, porque lo ideal es comer un buen desayuno y almuerzo, pero sin merendar. En casos de patologías digestivas, siempre se estará sujeto a las indicaciones del especialista, ya que el consumo de las conocidas 5 comidas al día se enviará, solo en casos excepcionales.

El tratamiento para el colon irritable se basa en medicamentos y psicoterapia. Se recomienda no automedicarse y acudir al gastroenterólogo, en caso de presentar síntomas de alerta.

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